A principios de este año, específicamente en enero, el quinteto visual kei Matenrou Opera lanzó un nuevo álbum titulado Chikyu. Esto fue dos años después de su último álbum y es el cuarto a la fecha. Con un título en japonés que significa «Tierra», ¿qué tal le va al álbum cuya edición regular tiene 12 canciones?
Chikyu tiene un comienzo sólido con PANDORA, una canción de un bajo potente. Pese a ser lamentablemente corta, pues apenas supera los dos minutos, la canción es, sin lugar a dudas, digna de abrir el álbum e impone el ambiente para lo que le sigue. El vocalista sono entrega una presentación estelar en esta canción, imprimiendo a su voz fuerte la cantidad exacta de dulzura para crear tonos poderosos, y sin llegar a ser predominantes frente a una batería estruendosa. anzi, el guitarrista, no se deja eclipsar y rompe en un espectacular solo más o menos a la mitad de la canción.
Luego viene BURNING SOUL. Esta canción, que se lanzó en octubre del año pasado y fue el noveno single de la banda, tiene un título acertado dado su ardor, intensidad y velocidad. La banda muestra su fuerza durante todo el tema: la pasión desbordante en la voz de sono es evidente cada vez que bordea los gritos. Tras unos frenéticos shred en guitarra y corear «Carry on, carry on! Keep on burning soul!», la canción llega a su fin con un estallido y un grito a todo pulmón por parte de sono.
Chimeishou, single del año 2014, y su nueva canción YOU & I siguen en gran parte la misma temática de BURNING SOUL. No hay mayor variación en cuanto a estilos musicales y sono básicamente recicla las técnicas vocales anteriores.
Las tres canciones que siguen, Kimi to miru kaze no yukue, Good Bye My World y Aoku toumeina kono shimpi no umie, tienen elementos folk en diferentes grados. De interés particular es Good Bye My World: alegres melodías electro funk, versos muy de jazz y rock pesado pasan a ser uno en este tema, lo que resulta en una mezcla exquisita de estilos musicales. La bestia de ocho minutos de duración Aoku toumeina kono shimpi no umie podría ser un poco larga para algunos oyentes, pero escuchar a sono desplegando toda la gloria de su destreza vocal hace que la extensión, más que ser una desgracia, sea una bendición.
A continuación va FANTASIA. Si bien puede no ser la mejor pieza instrumental presente en el disco, ésta cuenta como una experiencia auditiva bastante épica. El tema se despliega en diferentes actos, igual que una obra. La melodía inicial se vuelve agresiva despacio, con notables riffs de guitarra sobre un sintetizador suave en segundo plano, riffs que luego se ajustan a un ritmo poderoso y que finalmente presentan aun más fuerza por medio de un shred. Una caída muy bien pensada a mitad de canción presenta un cambio de escena y ambiente, dando pie a un solo suave del tecladista ayame, lo que agrega un lado interesante a la pieza musical. La obra acaba con un acto final emocionante y da a los oyentes la satisfacción que viene con acabar un viaje que, si bien largo, vale la pena.
Mientras las notas de FANTASIA están aun frescas, SILENT SCREAM irrumpe de lleno en escena con una dramática intro. Desde la primera a la última nota, una batería ultra veloz mantiene a los espectadores en el borde de sus asientos. ether se introduce suavemente con una intro en sintetizador ligera y vivaz. Sin embargo, no mucho después la banda retoma su estallido musical con su ardor regular. Los fans de ayame pueden encontrarse a sí mismos simpatizando con ether, pues el teclado está fuertemente presente en los arreglos.
El penúltimo tema, Tataeyou hahanaru chi de, salió a la luz como un single digital en agosto del año pasado. Una introducción a capela impresionante por parte de un coro de jóvenes captura la atención de quien la escuche inmediatamente, debido a su virtud de ser única, mas la canción comienza a brillar en serio cuando sono se les une. La voz fuerte de sono y el cantar suave de los coristas se complementan perfectamente uno al otro, igual que piezas de un rompecabezas, y la música entretejida por el resto de los miembros de la banda lleva suavemente la canción. Juntos, el coro y la banda ofrecen un himno dulce e inspirador a la Madre Tierra. Si bien Tataeyou hahanaru chi de dista considerablemente del estilo de melodías pesadas tradicional de Matenrou Opera, es una canción hermosa que, sinceramente, vale la pena escuchar.
Para cerrar el álbum llega su tema homónimo: Chikyu. Si bien bajo ninguna circunstancia se trata de un error, puede que no haya sido la mejor decisión el colocar esta balada como tema final. De naturaleza lenta y repetitiva, esta canción se deshace de cualquier energía que los otros once temas hayan construido. En lugar de otorgar al álbum un cierre satisfactorio, deja mucho que desear, con su andar arduo y fatigado que dura hasta la última nota. Tal vez Tataeyou hahanaru chi de pudo ser mejor opción de cierre.
Dentro de todo, Chikyu es un álbum de gran fluidez con canciones de un sabor distintivo a Matenrou Opera. Para los fans antiguos de la banda, sin embargo, podría sonar un poco aburrido, dado que no hay nada innovador que descubrir, incluso las nuevas canciones suenan muy parecido a trabajos anteriores.
